Cómo reconciliar tu arte con tu práctica comercial


 
 

Poco antes de la cuarentena, decidí emprender y comenzar mi camino de ‘freelance’ a tiempo completo. Si también empezaste a construir un negocio, un camino /cambio de vida, antes de este sacudón mundial y te has sentido desconcertadx ante la incertidumbre, este texto es para ti. Si eres unx creativx con proyectos y ganas de hacer cosas, este texto también es para ti.

 
 

Esta imagen es un prototipo de un kit para hacerte tus propias camisetas con un alfabeto de stencil. Honest = honestx, Tee = camiseta. Por lo que vendría a decir ‘Camisetas Honestas’. Algún día quiero que esto sea un producto real para que todes podamos decir lo que pensamos en el pecho.

Como todo lo personal, mi historia con el arte es política. Mi pasión por crear cosas y dar forma a mi imaginación siempre fue respaldada por mi madre. Sin embargo, antes de la Universidad, algunas personas expresaron la conocida y no solicitada “preocupación” por la capacidad y probabilidad del mundo real de triunfar como artista. “¿Cómo te ganarás la vida?” Simplemente sabía que lo quería con cada fibra de mi cuerpo y, de alguna manera, iba a lograrlo— a pesar de no haber absolutamente ninguna capacitación en finanzas, economía, administración o marketing en la educación artística. ¿Porqué? 

 
 
 

Quiero ser honesta y empezar por hablar sobre lo que no me gusta de la industria creativa: la imagen proyectada del creativx / creadorx con confianza inamovible en sí mismx. Puedo confirmar sin fuentes que toda persona creativa lucha contra los demonios de la duda y de la duda propia. ¿Es esto parte del proceso creativo? Me pregunto si la duda es lo que habilita el proceso continuo de la creatividad, porque en la búsqueda de respuestas hay que enamorarse del problema. Para que eso suceda, debes caminar con valentía por el camino de lo desconocido. Con el tiempo, te sientes más segura sobre no saber y puedes expresar abiertamente que no sabes nada.

En la facultad de arte, conocí a personas con ideas afines a las mías, en la búsqueda de la misma pasión y sueño del arte. Curiosamente, y sin que yo lo cuestionara durante mis estudios, nunca nos enseñaron aplicaciones del arte IRL (en la vida real). Me gradué con una licenciatura en artes y sin idea de cómo encontrar mi camino y cómo manejar la profesión de artista.

 
 
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Por suerte en mi caso, obtuve una doble titulación en Bellas Artes y Diseño Gráfico. No estoy abogando porque todos los estudiantes de arte sean diseñadores también. Lo que defiendo son las intersecciones. Aprender de todos los campos que te interesan te permitirá dar forma a tu propio camino y, en ese proceso, aprenderás implementaciones comerciales de tus talentos para disfrutar del viaje, en lugar de esperar “lograrlo”. Muchas veces me he sentido demasiado diseñadora para las artes, demasiado artística para el diseño o demasiado poética para cualquier intersección. La diversidad enriquece las cosas; las ideas más interesantes nacen en las intersecciones.

Me gradué de la Universidad e hice un par de maestrías, luego comencé a trabajar en diseño. Convertirme en diseñadora gráfica me dio un bastón. Pero esta falta de conocimiento en finanzas es algo demasiado familiar también en el mundo del diseño. Aún hoy, no siempre es claro cómo calcular las tarifas, especialmente al comenzar. En algún lugar de esa línea de partida, me concentré en el diseño, dejando el arte para un futuro indefinido. Me dejé llevar por la ‘practicidad’, cuando en realidad se debió más a no saber cómo ejecutar mi profesión de artista. Pero mi sueño seguía ahí.

 
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Entonces, ¿cómo reconciliamos nuestras prácticas comerciales y nuestras búsquedas artísticas? Me tomó un tiempo entender que mi arte es mi negocio y que mi diseño también es arte. No quería ser (inserte el espacio en blanco del trabajo diurno) y artista de noche. Quería vivir la vida creativa y artística que siempre soñé. Ese sueño me llevó a buscar entrenamiento profesional y personal (recomiendo muchísimo el Laboratorio Creativo de Nona Bruna para mis compañerxs de habla hispana). Esta educación extendida me permitió darme cuenta de que todo lo que hago es arte, si lo abordo con una mirada conceptual.

 

En la facultad de arte se te enseña implícitamente que todo lo que haces para una marca te convierte en ‘un vendido’. Aprendes eso a los veinte años y para trascender esta idea, tienes que perdonarte a ti mismx, literalmente, por salir de la definición de lo que te enseñaron que es el arte. El arte es una forma de expresión. Es decir cosas que necesitan ser dichas. Es crear un puente. Es una manera de entender el mundo. Ser artista es ser emprendedorx, es una búsqueda para encontrar tu gran porqué detrás del motivo de tus creaciones, y decirlo con tu voz única. Yo, con mi trabajo, traduzco y transformo lo difícil y lo complejo en formas simples pero inteligentes. Qué viaje ha sido llegar a esta frase.

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La clave para reconciliar tu arte con tu comercio es diversificar, mientras apuntas en la misma dirección. Quiero y me veo haciendo exposiciones individuales, publicando libros de arte. ¿Y adicionalmente? Creé mi marca. Porque me hace feliz ayudar a otrxs a conectar con sus emociones y a dar forma a las ideas que ellxs tienen en su mente. 

Mi marca es una extensión de mí. Dentro de mí tengo herramientas que he aprendido del diseño gráfico, las artes visuales, la literatura, la ilustración, y el arteterapia. Y todas ellas me hacen quien soy. Bajo este paraguas de habilidades puedo crear proyectos de arte y encargos, puedo ofrecer ilustraciones de marca, identidades visuales, diseño editorial, murales, impartir talleres, hacer consultorías. En lugar de dominar un medio, domino mi voz.

Para reconciliar tu arte con tu comercio, tienes que encontrar tu voz, porque cómo organizas todas tus partes de forma cohesiva, ese es tu talento. Tuve que desaprender muchas cosas para poder aprender que el arte es un servicio que puedo proveer.

 
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